Editorial para la Revista Signos del Consorcio de Colegios Catòlicos

Estimados suscriptores de la revista Signo:
El  mes de octubre estuvo cargado de eventos importantes para nuestra vida eclesial y un tiempo especial para reflexionar sobre  nuestra condición de misioneros. La Iglesia siempre será misionera por excelencia, porque comunica a Jesús, sale de su entorno  y se atreve a “llegar  a todas las periferias  que necesitan la luz del Evangelio”. Qué  importante es cultivar el carisma misionero  en nuestras escuelas y  de esta manera conseguir lo que nos pide  el Papa Francisco: salir de nuestras estructuras e “ir hacia las periferias”. De impulsar una urgente y necesaria renovación eclesial: «Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se conviertan en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación.”(Evangelii Gaudium, 27)
Otro evento importante fue lo vivido en la  XXVIII Convención Nacional de Educación Católica, en la cual reafirmamos nuestro compromiso con la Declaración sobre educación cristiana (Gravissimum Educationis) la misma que “… exhorta a los hijos de la Iglesia a que presten con generosidad su ayuda en todo el campo de la educación, sobre todo con el fin de que puedan llegar cuanto antes a todos los rincones de la tierra los oportunos beneficios de la educación y de la instrucción” (G.E 1).
 También hemos podido compartir la importancia de evangelizar el currículo. Muchas veces hemos escuchado cómo hacer un currículo evangelizador y qué influencia debe tener en las  diversas áreas académicas. La evangelización no es tarea  exclusiva del área de religión sino de todas en conjunto,  pero nada es posible si no tenemos  educadores líderes que vivan la fe y sean  maestros como Jesús, pacientes para escuchar, misericordiosos, compasivos, cercanos a los más necesitados,  que lleguen a sus estudiantes y que tengan gran amor por los más  pequeños.
La coyuntura política del momento nos lleva también a mirar otros aspectos educativos. Con pena, somos testigos de la decisión del Ministerio de Educación de prescindir del SINEACE, dejando paralizado aquello que pudo contribuir a la mejora de la educación de nuestro país: Me refiero a la acreditación, una forma positiva de velar por la calidad educativa desde la filosofía de la mejora continua.
Las escuelas acreditadas o certificadas han visto mejoras en muchos aspectos, como por ejemplo en la planificación, el proceso  enseñanza aprendizaje, la labor tutorial,  la interacción  con los padres de familia,  los diversos servicios al estudiante, el trabajo  pastoral, etc. Tener un sistema de gestión de la calidad no es para competir, es para brindar una mejor educación que tanto el Estado como la Iglesia, maestra en humanidad, nos exigen.  La naturaleza de un sistema de gestión de la calidad es sencilla y su postulado es: planifica, ponlo en práctica, evalúalo, cerciórate que está bien y vuélvelo a poner  en práctica con  mejoras.
Esperamos que esta edición de Signo llene sus expectativas y sea motivo para seguir preparándonos en la labor tan maravillosa de la educación. Los educadores necesitamos entender, en su completa dimensión, que en nuestras manos está la mayor responsabilidad de la nación; que somos formadores del presente y del futuro de nuestro país y modelamos a  los futuros transformadores de la historia de nuestra Patria.

Un afectuoso saludo.

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