El Matrimonio una vocación

El Ser humano, varón o mujer es un ser sociable por naturaleza. Nadie puede vivir solo fuimos creados para compartir con otros por eso tenemos dos brazos, dos ojos, dos oídos y una sola boca.
Esta naturaleza nuestra tiene un origen divino, Dios siendo Dios se muestra una comunidad de personas, Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo una comunidad de personas cuyo amor no queda encerrado en ese circulo sino por lo contrario desborda en la creación donde explaya su amor a todos los hombres, tal ese es amor que entrego al hijo para nuestra salvación.
El Matrimonio es un llamado de Dios, una convocación de su amor y como llamado de Dios y elección suya no todos estamos llamados a esta vocación.
Me permito describir algunos elementos de aquellos que han sido llamados: Una gran capacidad de amar, Tolerancia para aceptar la diversidad y las diferencias, capacidad para convivir con otra persona, generosa, preocupada por el otro, arriesgada, fiel a la palabra dada, persona capaz de proyectarse a un futuro, capaz de vivir en las buenas y en las malas y una gran capacidad para arriesgar. A lo mejor tendrían que decir otras tantas características.
A las parejas aquí presentes les reto a medir si tienen estos elementos o hay que trabajarlos.
En la experiencia como sacerdote tengo que decirles que hay muchas personas que no valen para una vida matrimonial por que tienen otras búsquedas en sus vidas.
¿Pero que hacer si ya estoy casado y con hijos? ¿Y no caí en cuenta de todas estas cosas? Pues no es tiempo para desanimarse sino más bien para trabajar en adquirir esas realidades en mi persona pues con estas cosas no nacemos sino las aprendemos en la vida.
Cada uno de nosotros tiene que pensar que tiene una vocación, una razón por la cual estamos aquí en este instante, nadie nace por casualidad, aun aquellos niños que no han sido planificados, y que falló el calendario, tienen un fin. Ojo que llamo fin y no destino, porque en primer lugar no lo sabemos y además cada uno de nosotros puede trazarse esa meta y ser realmente esa persona realizada.
El Matrimonio es una vocación en la cual nos podemos sentir plenamente realizados y felices. El Matrimonio debe llevar a la realización plena de la personas y a integrarse con el ser amado. “Y dijo Dios no es bueno que el hombre este solo, hagamos alguien a imagen y semejanza nuestra y creo Dios a la mujer. Varón y Mujer lo creo” así reza el texto bíblico que es una alabanza a la creación.
El Matrimonio debe de buscar esa unidad que para eso creo la pareja, para que en esa unidad encuentren su realización. Y no solamente eso, sino que varón y mujer somos imagen de ese Dios creador, ambos hacemos notar la dignidad tan alta que tiene el ser humano de ser imagen y semejanza de Dios por lo cual tenemos el deber de tratarnos según esta envestidura. Todo esto que decimos erradica de cuajo cualquier tipo de violencia familiar por que somos imagen de Dios, el respeto por el otro, buscar su realización, acompañar su crecimiento.
En otra palabra nos compromete a amarnos. Amarnos hasta el extremo de dar la vida por el otro.
Ese amor de dos como el amor de Dios no puede solo encerrarse en si mismo, sino ese amor desborda hasta salir de si mismos para darlo a los demás en este caso a los hijos. Los hijos son el producto del desbordamiento del amor de los dos, y el no tener es señal de ese amor no plenamente consumado y que se engríe en si mismo que no sale.
Por lo tanto los hijos no son la razón de ser de un matrimonio es la consecuencia de ese amor consumado. Y un matrimonio no se sostiene en los hijos sino en el amor de ambos por lo cual hay que luchar, hay que trabajar, hay que no hacerla tan fácil, hay que sacrificarse, hay que tolerar etc.
Aprendamos hacer una pareja en la mentalidad de nuestro Señor.

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