Una mirada misionera

Una mirada de misionero del Colegio Claretiano de Lima. Casi todos son bautizados, pero no conocen a su Dios y Señor. Viven como si no tuvieran fe, pocos van a misa, casi todos los alumnos cumplen con recibir los sacramentos, pero lo hacen como una cuestión social, no les dice nada a su vida, ni cambia su vivir. Vemos a las parejas en una constante desintegración familiar, quizá paso el entusiasmo de enamorados, no procuran luchar por mantenerse unidos, otros cubren su realidad, para aparentar algo que no son, mienten por el solo hecho de buscar una matrícula en el colegio que desean que sus hijos estén. Se vive de apariencias, quieren mostrar lo que no son tanto moralmente como económicamente, piensan que son las buenas relaciones y la apariencia del tener lo que da prestigio, buenas amistades, asistencias a clubes, viajes al exterior etc. La amistad que surge entre las familias están cimentadas sobre arena y no sobre piedra. Las normas no cumplen su objetivo, muchas veces se utiliza la excepción, los acuerdos que se toman no son cumplidos en su plenitud. ¿Qué le estamos enseñando a nuestros estudiantes? Se está olvidando la misión del maestro que es ser educador en todo momento, se ve la profesión como un trabajo por el cual recibo un pago salarial y tengo una cierta seguridad laboral. No estamos siendo esos maestros de vocación y nos engañamos a nosotros mismos. Creo que se está perdiendo el reconocimiento de la importancia de la labor docente. Creo que el maestro vive también sin Dios no lo conocen suficientemente, no han sentido su llamado. Los pobres para nuestra realidad son nuestros alumnos y padres de familia que hoy necesitan de cada uno de nosotros, ellos son los necesitados de nuestro tiempo y para ellos debemos de redoblar nuestro esfuerzo. Vivimos en la escuela un cierto paraíso, donde se practican los valores, se trabajan las virtudes pero no han logrado calar profundamente en todos nosotros así encontramos niños, jóvenes y familias con un gran potencial de solidaridad pero a su vez terriblemente consumista, saben que Navidad es el nacimiento de Jesus pero inunda la navidad ese viejito panzón que trae regalos para Navidad. Muchas veces para los padres, sus hijos son una riqueza o quizá una propiedad, es por ello que a veces es difícil que un joven o una señorita tome una decisión de ofrecer su vida al Señor, eso es considerado una perdida. Esta mirada misionera es aun parcial quizá faltan más ojos para seguir reconociendo la obra de Dios y como él se manifiesta. El que quiera puede seguir añadiendo eso que falta a esta mirada.

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